viernes, 30 de marzo de 2012
ENCUENTRO CON NIÑOS EN VILLANUEVA DEL ROSARIO
En esta primavera malagueña, tuve ayer un encuentro con niños en Villanueva del Rosario. No muy lejos de la capital, el entorno que da cobijo a las casas es imponente, montañas muy altas, una entrada al pueblo con árboles añejos, un riachuelo, y el ambiente, que a esa hora de la mañana permanecía todavía entre brumas, latía cubriendo de tonos azules el perfil de los montes cercanos. Mimosas y árboles frutales en flor, olivos ya apuntando las primeras aceitunas... La primavera resplandeciente. Hace años había estado por allí, y desde luego, prometo volver porque hay algo en ese paisaje que llama al visitante.
No fue difícil encontrar la Casa de cultura, frente a la Plaza del Saucedo. Desde allí, se podían oír las voces de los niños en el colegio. Era la hora del recreo. Por las calles, el ritmo de la vida se imponía: hacer las compras, distraer a los niños pequeños, las reuniones de ancianos y el discurrir matutino de las noticias que pasan de boca en boca.
Estaba yo esperando la presencia de los niños cuando llegaron ellos con sus voces altas de mirlos, acompañados de sus profesores y la consejala de cultura.¡Qué bonitas son las sonrisas de los niños! '¡Qué expectación portan ellos siempre en la mirada! ¡Qué cercano se ha hecho el mundo para ellos con los actuales medios de comunicación!
Como en otros grupos con los que he tenido ocasión de estar, en este, también había niños que ya sentían interés por escribir. Cuando me preguntaron, qué consejo les daría, básicamente, contesté: ser sinceros y escribir de aquello que uno entiende, del lugar o de lugares similares al que uno vive, de poner en los personajes, parte de lo que vemos y sentimos, de dejar también nuestra emoción en las palabras. También, les expliqué, que debían leer mucho, y comprender que lo literario nos sorprende por varios motivos: suele ser un lenguaje expresado de un modo diferente al habitual, y tiene un ritmo, una manera, eso que muchas veces llamamos estilo.
Me agradó saber que les gustaba la ciencia ficción. Muchos mostraron su particular interés por este tema.
Hablamos de varios de mis libros infantiles, de cómo hay intención también en lo que se escribe, de que a mí me preocupaba dar un papel importante a los personajes de las niñas y adolescentes, que las quería tan valientes como los chicos, e incluso mejores o superiores, y aquí todos sonrieron... Y yo con ellos, así que aproveché para comentarles parte de la historia de Tierras de Esmeralda -La esfera mágica- en que tres niñas de nombre Esmeralda, Agatha y Rubí tienen un importante papel en la historia. De la mezcla de aspectos medievales, clásicos y modernos que en ella había, y del significado que en la historia tienen los niños y esas tres bibliotecas como sentido de futuro para la humanidad. También les comenté que un libro es como un amigo con el que se tiene un diálogo; que uno puede o no estar de acuerdo con lo que dice la autora o autor; y que de ese tipo de charlas y de la propia vida y formación, uno se va haciendo una opinión, un criterio, y por supuesto un carácter.
No faltó la lectura de páginas de Alas de mariposa; por cierto, me gané un generoso aplauso al acabar; y también hablamos de La niña que no quería nacer.
Me preguntaron cómo se me ocurrió la idea de Alas de mariposa. Les explique que habiendo tres deseos contrapuestos como hay en esta historia: el señor Li que quiere conservar la cometa que durante generaciones permaneció en su familia, pequeño Juan la desea como regalo de cumpleaños, y la mariposa necesita el papel con el que está hecha, reflejaba muy bien la vida, nuestra vida hecha de deseos contrapuestos. También les comenté que a mí me había costado mucho, como a la mayoría de los niños de mi época, tener algunas cosas, y en el caso de una cometa, que no se podía ir a comprar a un tienda sino que había que construirla, les expliqué lo que me había pasado cuando por fin tuve una, y el modo en que en un solo día, me había quedado sin ella, y , por supuesto, nos reímos un rato. También pude contarles algo nuevo que desconocían, cómo enviar mensajes a través de la cuerda de una cometa, papelitos en los que se apunta un saludo, un nombre, lo que se desee, y que por la propia vibración de la cuerda, y la brisa y el viento van subiendo como mensajes al aire del cielo.
He estado con niños amables, niños que ya están dentro del proceso que es la vida. Como el tiempo siempre resulta corto en estos encuentros, no alcancé a preguntarles por su día a día, aunque los imagino jugando por las calles de un pueblo tranquilo.
Hoy, cuando pienso en ellos, casi me parece estar oyendo sus voces alegres, y sé que en cualquier momento estará a punto de sonar la sirena del recreo.
Gracias a todos por el buen rato que hemos pasado juntos.
Mi agradecimiento especial para los profesores y el director del CEIP Velasco y Merino; la Consejalía de Cultura del Ayuntamiento de Villanueva del Rosario; y el CAL (Centro Andaluz de las letras) que facilita los encuentros.
Nota: en la primera foto, de camino a Villanueva del Rosario, que es esa mancha blanca que aparece al pie de las montañas; la segunda, está tomada desde la Casa de la cultura; y en la siguiente, con los alumnos participantes en el encuentro.
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Me ha gustado leerlo. Se nota que lo vives intensamente.
ResponderEliminarUn abrazo y besos
Muchas gracias, Luis. Sí, lo siento con el corazón. A veces perdemos la noción de lo efímeros que somos. Yo sé que me cruzo un instante en sus vidas. Tengo esa conciencia.
ResponderEliminarGracias por tus palabras.