jueves, 22 de noviembre de 2012

ENCUENTRO CON ALUMNOS DEL COLEGIO GUADALHORCE DE PIZARRA


Ayer mantuve un encuentro con los alumnos de quinto curso del colegio Guadalhorce del pueblo de Pizarra. Los acompañaba su profesor, Fernando, una persona con interés por el teatro escolar.
La cita: en la Biblioteca «María Zambrano», como veis lleva el nombre de la filósofa española que fue discípula de otro filósofo muy importante en su época, Ortega y Gasset.
Antonia, la bibliotecaria, que nos recibió con ilusión y cariño, también nos acompañó cuando las tareas se lo permitieron.
La verdad es que tienen en Pizarra, en este pequeño pueblo del valle del río Guadalhorce, una hermosa biblioteca, con sus salas para adultos y pequeños y también la de ordenadores.
Me esperaban niños, de once a doce años, dispuestos a preguntar y escuchar.
Para algunos de ellos era la primera vez que iban a tomar conciencia de este nuevo paradigma que supone la edición digital, les llevé un libro electrónico para que lo vieran, y les expliqué lo que supone para los autores y también para las editoriales que editan en papel, el esfuerzo de pasar las obras a este nuevo formato, por lo que todos, sin excepción, estamos haciendo un esfuerzo de adaptación, y en el caso de los escritores, además, cuando publicamos de manera independiente, asumimos tareas de editor, maquetador, corrector, por lo que nuestra formación en estos aspectos se vuelve cada vez más necesaria.
«En esos estantes —les dije— señalando las librerías, están algunos de mis mejores amigos y consejeros. Aprendemos a querer a los autores y sus obras».
Aproveché para preguntarles qué habían leído últimamente y ellos me ofrecieron los títulos de las obras y autores que recordaban entre los que no faltaban los clásicos y alguno más moderno.
Los niños y el profesor andan estos días inmersos en la tarea de poner en pie una obra de teatro: una Opereta me han dicho, por lo tanto habrá cantores. Será para Navidad, y están muy entusiasmados.
No recuerdo por qué motivo salió el tema de la Violencia de Género, seguramente porque intentaba explicarles cómo los temas y las preocupaciones que muestran los autores y autoras cambian según la época. Tal vez fue, también, porque el próximo 25 de noviembre es el día en que se recuerda este tipo de violencia y la fecha nos invita a reflexionar.
Hablamos de los personajes de mis obras infantiles y juveniles. Intenté que comprendiesen como, a veces, los libros eligen a sus lectores o como las obras se modifican con el paso del tiempo y la salida de nuevas ediciones. Les comenté el ejemplo de Juan Ramón Jiménez, quien no escribió Platero y yo con la idea de que fuera una obra exclusivamente para niños. O la de Andersen, que a sus cuentos los tituló Cuentos para niños y cuando observó que gustaban por igual a los mayores, para la segunda edición, quitó la indicación de que eran para niños. Y es que hay obras que siempre gustarán por igual a niños y mayores.
Les conté dónde se desarrollaba la historia de Malefeciu, en la ciudad de Barcelona, y les mostré la nueva portada de la edición digital; también les hablé de quiénes eran algunos de los personajes de La niña que no quería nacer; de Tierras de Esmeralda -La esfera mágica-, y qué sentido tenían en esta historia los niños y las bibliotecas. Después, para que pudieran «sentir», es decir oír cómo escribía, qué sonido tenía mi prosa en una obra concreta, les leí fragmentos de Alas de mariposa. Lo hice desde el principio hasta el final, uniendo las partes no leídas con comentario de lo que sucedía en ellas. ¿Qué ocurrió? Llegó el silencio, ese hermoso silencio que indica que los niños ya habían entrado en el mundo del señor Li, de pequeño Juan y de la mariposa...
También hablamos de su pueblo. Del monte, al que llaman El Santo, por la estatua que hay en lo alto, y que se puede ver desde la puerta de la biblioteca.
El pueblo de Pizarra junto a la serranía parece que quiere subir al monte con sus casitas blancas como nubes bajas. Al monte o al cielo...
Me preguntaron cuál de mis obras era la preferida y ahí me pusieron en un dilema: ¿qué podía contestar? En secreto, pero sólo en secreto, les conté cuáles me complacían más, o a cuál le había dedicado mucho tiempo de investigación, e intenté que comprendieran que para mí valía tanto el primer poema que escribí cuando era una adolescente, que lo que escribo ahora o lo que escribiré el día de mañana, porque como dice el poeta Antonio Machado «se hace camino al andar»,y mucho vale aquel comienzo, tanto como esta etapa en que me encuentro o la que vendrá.
Ver a los niños es siempre imaginar su futuro, y aunque ellos no lo sepan cuando los miro o les habló yo me preguntó quiénes serán el día de mañana, cómo serán, y desde ya les deseo lo mejor.
Dejé en la biblioteca un ejemplar de Alas de mariposa para que puedan leerlo con tranquilidad. Y ellos me comentaron que, a lo mejor, se animan a hacer una representación teatral escolar de la novela o de alguno de mis cuentos. Si lo hacen, espero que no se olviden de enviarme alguna foto.
De regreso a Málaga, los huertos de los naranjos relucían al sol; el río Guadalhorce corría hacia el mar con verdadero ímpetu, muy crecido tras las últimas lluvias; y el azul, ese azul mediterráneo, que como un reflejo del mar se acerca por las mañana hasta las sierras... daba serenidad al ambiente.
Después, al atardecer y para rematar tan buena jornada, en la que no faltaron también horas de trabajo, llegaron a nuestra casa de visita los hijos y los nietos, y por no sé que ilusión, qué recuerdos de la infancia que salieron de repente en la conversación, nos pusimos los mayores a hacer avioncitos de papel que pronto volaban por la casa... Y es que es bueno mantener el alma niña.
Desde aquí mi cariño a los alumnos de quinto curso del CEIP Guadalhorce y a la gente de Pizarra.


Se comentó esta visita en la página Tu agenda (Consejería de Cultura de la Diputación de Málaga).


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